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Médico
¿El IGF-1 es bueno o malo para tu salud? Tiene el potencial de tener ambos efectos dependiendo de cuánto produzca tu cuerpo.
IGF-1, también conocido como factor de crecimiento similar a la insulina 1, es una hormona compleja e interesante.
Su trabajo más importante es promover el crecimiento celular (de ahí el nombre). Se conoce como factor de crecimiento y es parte de un grupo de hormonas que forman tejidos y células.
Por un lado, se cree que el IGF-1 posee ciertos efectos antienvejecimiento y que mejoran el rendimiento, que incluyen ayudar a desarrollar y conservar la masa muscular y la masa ósea. Por otro lado, los niveles altos de IGF-1 se han asociado con un mayor riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer e incluso con una disminución de la esperanza de vida.
A continuación, veremos las diversas funciones que desempeña esta hormona, además de analizar los factores de la dieta y el estilo de vida que pueden aumentar e inhibir el IGF-1 para mantener los niveles en equilibrio.
¿Qué significa IGF-1? Significa «factor de crecimiento similar a la insulina 1».
Técnicamente, es una hormona peptídica anabólica que tiene la función de estimular el crecimiento y, en menor grado, apoyar el mantenimiento de los niveles normales de azúcar en sangre y un metabolismo saludable.
Estas son algunas de las cosas positivas que hace por nosotros:
A continuación, encontrarás más información sobre los beneficios asociados con esta hormona:
Muchos estudios muestran que el IGF-1 estimula la hipertrofia del músculo esquelético y un cambio al metabolismo glucolítico, lo que te permite desarrollar fuerza.
El IGF-1 también puede ayudar a disminuir el desgaste muscular relacionado con la edad (también llamado sarcopenia o atrofia muscular) al preservar la masa muscular magra.
Las concentraciones circulantes más altas de IGF-1 en los adultos mayores pueden ayudar a prevenir la pérdida neuronal y el deterioro de las funciones cognitivas relacionado con la edad.
Los expertos piensan que el IGF-1 puede ayudar a impulsar la función ejecutiva (un conjunto de habilidades mentales que te ayudan a completar las tareas diarias) y la memoria verbal.
El IGF-1 y la insulina trabajan juntos para mantener estables los niveles de azúcar en sangre. Dependiendo de los tipos de alimentos que ingieras, estos determinan qué utiliza tu cuerpo para obtener energía (grasa o glucosa) y dónde se almacena el exceso de energía.
Ciertos estudios han encontrado que cuando los pacientes diabéticos tipo 2 son tratados con IGF-1, sus niveles de azúcar en sangre disminuyen, la sensibilidad a la insulina mejora y los lípidos en sangre también mejoran.
El IGF-1 también puede ser beneficioso cuando estás en ayunas o sigues la dieta cetogénica porque puede ayudarte a quemar grasa como combustible en lugar de glucosa.
Se ha demostrado que el IGF-1 juega un papel en la formación de hueso y es un factor de crecimiento clave que regula las vías anabólicas y catabólicas en el músculo esquelético.
Los investigadores creen que estimula la formación de hueso al tener un efecto directo sobre los osteoblastos. Se aumenta la síntesis de proteínas de los músculos y puede ayudar a prevenir la pérdida ósea en la edad avanzada. Especialmente en las mujeres posmenopáusicas que corren el mayor riesgo de trastornos relacionados con los huesos como la osteoporosis.
Los estudios han encontrado que concentraciones altas de IGF-1 en fetos dan como resultado un tamaño fetal más grande. En estudios con animales, la deficiencia de IGF-1 se ha asociado con un desarrollo neurológico deficiente. Lo que sugiere que esta hormona tiene funciones específicas en el crecimiento axonal y la mielinización. La deficiencia de IGF-1 también se ha relacionado con la mortalidad neonatal.
En general, para mantener una salud óptima, debes tener un nivel normal / moderado de IGF-1, no en exceso, ni demasiado poco. Algunos estudios sugieren que tener lo que se considera un nivel muy bajo o muy alto de IGF-1 puede aumentar tu riesgo de muerte.
Entonces, ¿Qué se considera un nivel normal de IGF 1? Depende de tu edad y sexo.
Los hombres tienen niveles más altos que las mujeres. La adolescencia es el momento en que los niveles deberían ser más altos, y luego disminuyen durante la edad adulta.
De alguna manera, puedes aumentar la producción de IGF-1 si sigues una dieta saludable que incluya cantidades moderadas de proteínas (pero no muy altas) y sea baja en azúcar y carbohidratos procesados.
Es importante comer una dieta rica en nutrientes y sin procesar que ayude a mantener la sensibilidad a la insulina, ya que el IGF-1 y la insulina trabajan juntos y se equilibran entre sí.
Los estudios sugieren que las dietas ricas en proteínas aumentan los niveles de IGF-1, pero una mayor ingesta de grasas, en particular grasas saturadas, puede conducir a niveles más bajos.
El ayuno y las “dietas extremas” pueden hacer que los niveles de IGF-1 bajen y permanezcan bajos por un período de tiempo. La producción de IGF-1 puede disminuir en respuesta al ayuno intermitente, la restricción de calorías o la inanición porque no hay suficiente combustible disponible temporalmente para construir tejido nuevo.
Algunas personas optan por complementar con IGF-1 para promover el crecimiento muscular. Sin embargo, la mayoría de los expertos creen que, en general, no es seguro complementar con IGF-1 según las investigaciones disponibles en este momento.
La suplementación solo debe realizarse en circunstancias muy específicas y cuando un médico lo controle de cerca. Los posibles efectos secundarios del IGF-1 pueden incluir:
Cualquier persona con prediabetes o diabetes debe evitar estos productos debido a la forma en que afectan la glucosa en sangre, lo que puede ser muy problemático y provocar problemas como desmayos.
Para algunas personas, cuando escuchan la palabra IGF-1, lo primero que les viene a la mente son las drogas que mejoran el rendimiento. Es importante señalar que no se recomienda complementar con IGF-1 para mejorar el rendimiento y no es necesariamente seguro. Esto se ha asociado con efectos secundarios que incluyen:
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